1. Es común encontrar instrumentos que nos permiten ver sin ser vistos. A mi hijo le regalaron un catalejo que tiene un orificio a la mitad del cilindro y que tiene un lente para reflejar la imagen lateral, en lugar de la frontal, la que parece evidente que observa. Cuando se lo dieron le pareció una sofisticación inútil; la evidencia de la observación directa era mucho más placentera que el engaño inocente. Le gustaba más levantar la falda de las mujeres que dejar caer sutilmente el espejo o asomarse por debajo de la mesa.
2. Toda perversión oculta se disfruta la mitad. Cada vez que viajamos nos preguntamos qué es más importante; la fugaz experiencia vivida en el instante o el recuento al que tendremos un acceso limitado de veces.
3. O será también que las conversaciones de un lado a otro de los salones, sin pudor, son como el goce descarado o el grito que se desprende del bajovientre.
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